martes, 9 de febrero de 2010

El mar, Berger y Sartre


Nos fuimos al mar por unos mates y soles. un poco pedaleando y otro poquitito en tren. Allí nos acercamos a lo que nos gusta, el imaginario de una huerta orgánica, las variettés con olor a esfuerzo y llenas de tambores y playa, los paseos alucinantes por viveros y bosques, nos llenamos del contacto con la tierra buscando el aprendizaje, compartiendo con los amigos -Lucas, Mariel, Matías-, los vimos treparse a los árboles arrimándose el pecho a la vida, nos vimos jugando en el agua de nuestro mar atlántico de agua fría, nos devolvimos al sol cual lagartos gozando en cualquier carrtera desolada con 40 grados de temperatura y sin la elección de la sombra, recojimos y descubrimos verduras en nuestros pequeños terrenos y hicimos las ensaladas más sanas que estos delironautas hemos comido en unos buenos años; como en la foto se aprecia, la costumbre rioplatense del mate vino a nuestro encuentro mientras los Oniriciclos tomaban sombra, porque dicen- sabios- el fuerte sol les afecta su tostadura de caños, sus colores victoriosos en amarillo y naranja propios.
¿Y como nos arriman las andanzas a este blog cíclico?, es que Fran me propuso la costa y el horizonte marítimo como recuerdo de otros continentes, tal vez si uno mira lejitos lejitos encuentre la punta de la Africa que nos mira, al pescador moreno en Namibia y la muchacha de Guinea Ecuatorial-sueños y anhelos de donde alguna vez, también circularán los delironautas-
Y el como de un viaje mucho más corto empezó con el tren que circula la provincia de Buenos Aires y en el que -nunca faltan- se expresan la desazón de los continuos estados ausentes que nos gobiernan (ni este ni el anterior ni el que vendrá,sino nosotros desencontrados), y sino vea la forma de protesta sin 0800 que valga:



De todas las maneras y con el viejo credulismo de muchos sobre que los trenes son lentos (muy) , cuando en realidad se debe a que se privatizaron los trenes en sí y no las vías, por lo cual las refacciones datan del tiempo santo ido, y entonces ¿para que correr y descarrilar? se pregunta el maquinista.
Estábamos en otras cosas y sino la consabida caída en la crítica sin construcción.
Entonces, unos y otros, cíclicos y de a pie, llegamos al sol de la costa, y bajado el Oni de los trenes, me subí pronto a las ancas de mi bello compañero y allí nos fuimos pedaleando la Mar del Plata, una especie de Buenos Aires playera que encuentra sus propias reglas y horarios con esos sufrientes en camino a las playas, que acarrean, a saber: sombrillas, reposeras, gorros, heladeritas pórtatiles ( a su vez cargadas con sanguches jugos gaseosas cervezas frutas, algún tomate perdido, mas cervezas, helados y más degustibles), también llevan palitas y baldecitos de juguete, libros (oh!), paletas, pelotas, diarios (para qué para qué para qué), agendas, teléfonos móviles, llaves, esterillas, toallas, toallones, notebooks, netbooks, mudas de ropa, cuando no carpas -pobres compañeras de viaje que se frustran de ver como sólo terminan siendo usadas de adminículos veraniegos pero nunca armadas frente a paisajes desconocidos o tal vez desprovistos de gentes alrededor de-. También arrastran bronceadores, lapiceras anteojos de sol y de lectura, barrenadores, agua mineral (ah sí, ya lo dije, pero más de uno lleva una dos y tres), y cuando no los autos(4x4) transportadores todas esas cosas terminan encallando en las puertas mismas de nuestro mar, para así y con todo eso, puf, los delironautas ahuecamos el ala haciendo mutis por el foro porque no queremos llegar a una oficina de juegos y deportes diagramados, ah sí! prohibido ingresar con mascotas y cuidado con usar las "bajadas exclusivas" de los balnearios de carpas de alquiler por la módica suma de 2000 pesitos el mes- y no pesetas.

#4%&?¡)(/$&"#" garabatos separadores, a mejor idea...

John Berger, (artista: pintor, escritor, fotógrafo) escribe en su libro-ensayo sobre la vida de un médico rural de Gran Bretaña:

¿Por qué nos parece que cambia la forma de pasar el tiempo? ¿Cuál es la diferencia entre un niño y un adulto al respecto?. Sartre nos ofrece una clave acerca de como llegar a alcanzar un sentido de aventura dada la plena conciencia de la naturaleza del tiempo. Así describe Sartre la vida de adulto:"Cuando uno vive, no sucede nada. Los decorados cambian, la gente entra y sale, eso es todo. Nunca hay comienzos.Los días se añaden a los días sin ton ni son, en una suma interminable y monótona. De vez en cuando se saca un resultado parcial; uno dice:hace tres años que viajo. Tampoco hay fin, nunca (nos) abandonamos de una vez a una mujer, a un amigo (a) una ciudad. Y además todo se parece: Shangai, Moscú, Árgel al cabo de quince días son iguales. Por momentos -rara vez- se hace el balance, uno advierte que está pegado a una mujer, que se ha metido en una historia sucia. Dura lo que un relámpago. Después de esto empieza de nuevo el desfile, prosigue la suma de horas y días. Lunes, martes, miércoles. Abril, mayo, junio. 1924, 1925, 1926".
Dice Berger que Sartre compara esta vida con el "sentimiento de aventura ocasional". Este sentimiento no tiene nada que ver con los acontecimientos. Es una forma de conciencia exaltada que da una sensación de orden -y, por consiguiente sentido- al hecho mismo de la existencia y sus limitaciones.
Sigue Sartre:"Decididamente ese sentimiento de aventura no procede de los acontecimientos: ya tenemos la prueba. Más bien es la manera de encadenarse los instantes. Creo que esto es lo que pasa: de pronto uno siente que el tiempo transcurre, que cada instante conduce a otro, este a otro y sucesivamente, que cada instante se aniquila, que no vale la pena intentar retenerlo, etc. Y entonces atribuímos esta propiedad a los acontecimientos que se presentan en los instantes; lo que pertenece a la forma lo referimos al contenido.
Se llama así, si mal no recuerdo, a la irreversibilidad del tiempo. El sentimiento de aventura sería, simplemente, el de la irreversibilidad del tiempo. Pero ¿por qué no lo tenemos siempre?"

Luego de Berger y Sartre - cada cual tome sus frases o no, o no esté leyendo ya la entrada de este blog- me quedé con algo, "de pronto uno siente que el tiempo transcurre..." y ese de pronto a mí me devuelve esa cosa de niño, que como luego dice el autor, el niño es plenamente consciente sobre lo irreversible en el tiempo. y uno a veces parece olvidarlo, salvo para aquellos que, al aburrirse constantemente, lo tienen presente en forma de sufrimiento.


Y sintiéndome fluyó la asociación con el Oniriciclo - una bella opción a la bicicleta madre- Andar con Oni Fran es saborearse niño, plenamente ebrio de realidades en un mundo invencible de otros pequeños y los juegos y la imaginación y los juguetes. Saludar y ser saludado como vecinos de siempre, soñar con soñar, amar sin medias tintas, odiar con llanto pero olvido. Y entonces todas estas opciones de pensamiento que nos ofrecen los dos escritores, la dureza de la comprensión de adultos ya integrados a la rueda, mis palabras acertadas o no -pero al fin mis ideas- sobre una parte de la sociedad que se niega a liberarse e incorporar la palabra vacación como sinónimo de libertad, las fotos y los conflictos de transporte -dentro de miles de problemas más de un país latinoamericano-, me subo al Oni y regreso a ese encuentro con amigos sobre los árboles y a una ensalada cargada de ideas compartidas con Lucas (energía plus), y así la irreversibilidad del tiempo y el mar se hacen uno y hago la plancha en el agua flotando en dicha. y todos los problemas son problemas que jamás podrán hurtarnos el presente.

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