jueves, 14 de agosto de 2008

En mi camino


Hoy por la mañana, volvía de hacer un trámite en la zona centro de la ciudad, cuando crucé Avenida Córdoba y me topé con uno de esos módicos puestos de ventas de libros al paso. Lo que es decir que un tipo tiró un paño en el suelo y apoýó sus libros allí.
Aún no podía vislumbrar los nombres de autores y títulos, pero noté el amarillo en tapa dura de la colección de clásicos que Club Bruguera editó allá por 1981. Recuerdo haber encontrado varios libros de esta colección a lo largo de diferentes ciudades de América Latina; John Dos Passos, José Donoso, John Steinbeck.
Pero en esta oportunidad ninguno de ellos esperaba por una nueva revisión de mi parte. Mientras cruzaba la calle pensé que determinados libros te persiguen como queriendo informarte que dentro de ellos hay algo para tí. Tal vez una foto vieja, un boleto capicúa o una frase que cambie nuestra percepción o nuestro placer por la lectura de X escritor.
Allí, quien me aguardaba, era Sir Beat, Jack Kerouac. El libro, claro, "En el camino" (estas colecciones casi siempre reeditan obras que más que libros se han transformado con el tiempo en pequeñas biblias, palabras certeras que han dejado a algunos miles bailando con preguntas y refutaciones).
Esto que les cuento, coincidió con algo que venía circulando mis pensamientos: hace 50 años el ímpetu de los viajeros de carne y hueso (antes del concepto de turistas, antes) era mayor. Es curioso. Se supone que la tecnología nos ha acercado, que las distancias se han acortado a un tris, a un mensaje de texto enviado a un teléfono ubicado en donde sea. Sin embargo, el bombardeo de datosydatosydatosydatos nos dice que los viajes y deseos de Mr Jack son cosas que más bien deberíamos guardar en el placard, al lado de celulares antiguos y juguetes propios de los cuales ya ni recordamos las formas.
"En el camino" ha cumplido 50 años de su primera edición en el idioma original;Jack Kerouac, sigue soñando desde Lowell, desde Frisco o L.A, las mismas premisas que articularon su vida: movimiento, observación, curiosidad, adrenalina.
¡Como me hubiese gustado que big Jack diera una vueltecitas en el Oniriciclo!

miércoles, 13 de agosto de 2008

Oniriciclo Retro -Clase Bizarro-Zeta


Ay muchacho...pues sí te vieran allí de donde vienes, del mar con frío. Ahora que pareces tropicalizarte con bocina antigua.
Oniri, si pudieras navegar mis tierras, las que adopté en el seno profundo, en los costales donde duele cuando se extraña. Lluvias tropicales, piñas/ananás, pero de veritas nomás. Y vieras mae Elmer si yo pudiera contarte como el frío nos apretuja al Oniri y a mí, que estamos sedientos de colores, pero en cambio apelmazados por esta corriente heladísima parce....acá en la ciudad hermosa pero pasada de frío. Por las dudas el Onirico se prepara para impactar con colores, algo de aquello olvidado, el equilibrio en los colores que nuestro sol adorará, y así el traspaso al alma, que nos bañen y nos den nuevos enfoques.
Abrir puertas, aunque seamos el hazmerreír de las esquinas, o los rostros de los chicos que atienden los 24 horas de peatonal Florida, cuando el Oniriciclo circula esa inevitable calle vacía de lo diezmiles y miles que la circulan en las madrugadas apacibles de un Buenos Aires sedado que se oculta.Esta hermosa ciudad que rehuye a sus habitantes pues siente miedo del despojo al que la someten en horas diurnas. Para ellos en la noche, para las avenidas como subibajas VIP, para los que saludan, para los que se sonríen o nos invitan un trago. Cuidadores de esquinas, paseantes de esta ciudad, sufrientes de la misma o no. Para todos esta apelación a algo, que no sabemos bien que es, y busca algo que no desconocemos.
Están ahí. Pueden tomarse y pasan frente y a través de nosotros.

lunes, 11 de agosto de 2008

Felipe, el huevo y el agua

Hoy, por la tarde, como otro día de un adicto en éxtasis, salí a oniriciclear. Quiso ese azar que siempre bate y bate palmas y cambia el rumbo de las cosas los cosos y los tipos y las tipas, que me acercara a inflar la rueda trasera en un taller mecánico. Allí me atendió un hombre de barba-paleta: había cabellos rubios y marrones, negros y grises canosos. Felipe se llama y me habló del sentido del tiempo, de los extraños que son los huevos. Del agua, que forma vidrios que ligeramente se disfrazan de sí mismos.
El hombre ha decidido vivir en la calle desde hace añares, y no envidia en nada a aquellos que vivimos en techo propio o alquilado, que para el que duerme a la intemperie, viene a ser la misma cosa.
NO extraña una vida así. Hizo de todo, y al hablar, se nota, hay mucho de reflexión y mucho de lectura. Sus reflexiones, al contrario de aquellas que nosotros cargamos con tintas de todos los colores (gobierno, economía, babylon, asaltos, más Babilonia) no tienen tinte político ni costado crítico sin fundamento.
Me dijo: " vos podés afirmar que no dañaste a nadie en tu vida, pero, ¿ y en tus sueños?"
Quizás, muy mal contado por mí, y con pésima memoria, yo no hago más que plasmar trazos de un tipo diferente que no alcanzan a entenderse. Lo siento Felipe.
Cosa aparte es el momento en que abrió su campera y me dijo: "este es mi divertimento" y me mostró una libretita de notas, un lápiz, un par de gomas de borrar, y un fibrón. " Los lápices son para que no me los pidan prestados, eso pasa siempre con las lapiceras. El fibrón es para escribir en un espejo y jugar con el sol, los rebotes de su reflejo. Luego agregó: "uno puede enviarle mensajes al sol"
Después abrió la libreta y me mostró sus anotaciones: números, palabras incomprensibles, consonantes sumándose sin vocales a la vista. Esas son sus anotaciones, el dice entender cada cosa que allí figura.
Felipe dice no estar tras nada. El solo está allí. Pensando y eligiendo cada día el camino tomado.
Más tarde, nos despedimos del barbudo y reanudamos el camino, entonces me acerqué al oído del Oniriciclo y le dije:"Gracias"

domingo, 10 de agosto de 2008

El oniriciclo danza en la Glorieta de barrancas de Belgrano

Ayer en la tarde, en uno de sus habituales paseos, el Oniriciclo se allegó a las Barrancas de Belgrano (un parque en declive que se encuentra en la ciudad de Buenos Aires). Mientras mirábamos el espectáculo nos pusimos a charlar con Pablo, un precursor de los Oniriciclos, quien 50 años atrás, ya había empezado con la fiebre de modificar bicicletas. Compartimos ideas de funcionamiento, o más bien él nos dio una clase de armado, armazones, datos de construcción, herrajes, etcéteras varios.
Resulta que Pablo es uno de los fundadores de las milongas que se desarrollan en la famosa glorieta del parque, por lo cual me presentó a Marcelo, el impulsor principal de estos bailes sin fines de lucro, que extrañamente y de boca en boca, se colma de extranjeros.
Marcelo, como muchos, comparte nuestra idea, esencialmente la de querer llevar adelante cualquier expresión artística. Luego, en un intervalo de la milonga, nos invitó a Oniriciclar en la misma pista de baile. Además, ofició de presentador de viaje hablando como "voz del estadio" sobre nuestro proyecto.
Son esos encuentros, esas extrañas y felices situaciones, las que el Oniriciclo propone y logra.
Cuando todo esto se mezcla, cuando nosotros podemos escuchar y ser escuchados, y cuando nos acompañan los saludos y las sonrisas, los Delironautas somos felices.

lunes, 4 de agosto de 2008

¿Donde está el Oniriciclo?


El Oniriciclo, por su cuenta, ha decidido salir a dar unas "vueltas previas", antes que los locos, o sea nosotros, lo arrastremos por medio continente sin su consentimiento. Como nuestro querido compañero y vehículo porta la sana felicidad de carecer de GPS y otras yerbas, ha tomado la precaución de extraviarse. Ver que pasa en algún lado sin un molesto delironatura encima fue su premisa.

Ayer, nos envió esta fotografía.

sábado, 2 de agosto de 2008

Un Oniriciclo derrapa sonrisas en Parque Mitre


El pasado 27 de julio en el Parque Mitre de la ciudad de Mar del Plata, Argentina, los Delironautas probamos el primer Oniriciclo en su fase evolutiva hacia el modelo imperfecto que nos transportara por caminos, rutas y sueños. Las sonrisas acudieron solas al encuentro con el Oniriciclo, como nosotros corremos deseosos hacia nuestras pasiones.

Andar por encima del metro y medio del suelo nos da otra perspectiva, como por ejemplo muchas veces he percibido en un bus, o en un tren. Pero en esos transportes clásicos la obligatoriedad del periplo ya trazado, las escalas, los guardas y los choferes, nos recuerdan que ya todo está escrito, igual que nuestro documento en el pasaje ferroviario.

En cambio, nuestros auténticos vehículos funcionales a reacción poética, nos brindan el libre albedrío en movimiento. Mientras andaba observaba las caras de los niños, sus gestos, sus frases:"Fuaaaá", "que bueno que está", "llevame".

Niños.

Pensar que uno inicia este viaje planteando alimentar el alma que alimenta al pequeño que dentro nuestro no se va. El de los berrinches y los chistes tontos, los juguetes.

Esos niños me dejaron sediento de más oniriciclos, de más delironautas, de más arte, de gente que fabrique juguetes, de adultos que aún jueguen a las escondidas, de maravillarse con lo habitual, de preguntar y re preguntar y ser curiosos.

En fin amigos, este es nuestro sueño, pedales en movimiento y el horizonte como jefe, como estímulo.