miércoles, 18 de mayo de 2016

Matame despacio



Lunes 16 de mayo, luego de una semana se hace una nueva audiencia, Será la única en estos días hábiles, y encima llegamos tarde pues "Los Aguirre" nos equivocamos de hora. Fueron bien aceptadas nuestras disculpas, pero al congelador por otros 7 días mientras sanan las heridas de tanto control, hasta que amaine la tormenta habrá mas quincenas para donarle a la pacha jurídica. Great System!
Y entonces siento en los hermosos perros que acompañan mi vivir, pienso en la huerta, en los caminos nocturnos de los barrios porteños menos famosos, ahondo en el recuerdo de lo recientemente vivido: el inmediato ahora y la serena pausa de la vida sin grandes tragedias: Salud a aquellos que han vivido un bello y pacífico andar, pues así debería ser para todos; y Pura Vida a quienes lo viven, pues cuanto mas sean, mejor andará el humano. El planeta sin censuras antropologicas pide a gritos un cambio de nuestro paradigma; no juicios ni castigos, no franjas insalvables como humanitarios, no crimenes ni mentiras, nada de eso que nos impide llegar a potenciales superiores...pero casi siempre no hay caso y acometemos sin razón contra lo que sea, contra la palabra, la vida y el espíritu mismo...

-mientras sigamos saltando de guerra en guerra, nadie estará a salvo- me dice Enrique Valentino en la entrevela, con las bardas de fondo y un clima gris constante, como pocas veces el Alto Valle, haciendo la resistencia cíclica en Oniriciclos, pedaleando las cuestas de un hermoso pavimento neuquino, de la mano de las amigas y los amigos que el presente nos ha regalado, y junto a Hoy-el perro- vivimos ahora, cada día en esta vacación del juicio mismo. Doblamos en una esquina de barrio adentro, orillamos el camino guiándonos por el fresco que nos trae el río, todo surge creándose entre amigos y afinidades, el tiempo transcurre en una ociosa paz camino a la tormenta, pues en mi vida, la que bendigo me ha tocado, cada día es un aprendizaje violento para el intelecto y la identificación, universos que consumen al ego, maniatando la conciencia y sometiéndola a esta vida cotidiana, que sabemos, ocupa demasiado espacio.
 

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