el delironauta es llevado a punta de risas por el niño León
No tendré niños. Hace unos años, cuando estaba en prisión,
pude ver un espectáculo, que desde afuera, nunca imaginaría antes.
Un buen día aparecía una nueva visita en el penal, fruto de
las artes inimaginables que hoy cumplen las radio FM en su versión celestina:
algún preso se había comunicado allí, dejado un mensaje y una chica hubo de
responder. Así se inició uno de tantos romances que ví en mi penitenciaría
amiga. Meses después la visita vino con panza, unos meses mas y el bebé vino a
conocer a su padre. Triste, humano y cruel. Al no haber certezas en mi causa y
luego de 14 años de hijaputeces jurídicas, mejor abstenerse: no tendré hijos,
ninguna descendencia propia me verá amarrado al palo enjabonado en que todos
hemos transformado la justicia. Para absurdos felizmente tenemos a Dalí, para
abstractos gozamos de los beneficios de la burbuja financiera bajo cualquier
bandera.
Sin embargo y ante cada amargura, el oniriciclo me regala su
alter ego indócil, felicidad tripartita, las opciones del feliz y entreverado vivir que Cortázar nos regalaba a cada trazo.
En la masa crítica BsAs de enero viví la bella experiencia. Llevé a León, el hijo de Soledad, por segunda vez. 3 años atrás lo había llevado
en Fran (el primer oniriciclo), esto me lo recordó Sole. Ahora,
montado en Monte Da Vinci -ese camión oniriciclo- volví a llevar a León (de 5
años) por gran parte de Buenos Aires. Mientras lo llevaba Soledad fue a nuestro
lado, preguntándose tal vez, el destino de su niño en manos de un ex preso
montado en una bicicleta de locos. Luego de unos kilómetros recordé preguntarle
a León:
-como vas?-
León levantó el pulgar desde allí, se había acomodado
el almohadón sobre su espalda y casi se diría que el tipo iba
dormitando, ajeno a
la masa, las bocinas, los buses y las señoras
paquetas escandalizadas de la región norte citadina. A su
vez los integrantes de la masa:-mirá! Lleva un nene abajo- (abajo es el espacio
de carga de 40x80 cm que posee el oniriciclo).
El León desciende
El asunto es que León iba como
si toda la vida hubiese andado en Oni y le gritó a la mamá cuando ya habíamos
pegado la vuelta por el cementerio de la
Chacarita y nos encaminábamos a Agronomía : a la bici no vuelvo mas!...fue
entonces cuando perdimos por un rato a Sole y su compañero, la masa se estiraba
y erámos menos, aparecían esos claros para acelerar, curvas y contracurvas,
calles desconocidas para muchos ciclistas acostumbrados a las seguridades de
los barrios con ciclovías y venidos a Moda Crítica a sacarse la fotito y decir:
yo estuve en la masa. Ya sobre avenida San Martín Sole me dijo no saber porque,
pero que confiaba en mí al llevar a su hijo en Oni, me acuerdo Sole que te dije
que hacías bien, con una seguridad inusitada pero conciente. Tu hijo sabía
dejarse llevar y el también confió: Gracias León!.
Luego bajamos raudos el puente de la San Martín con pirueta
incluida y seguimos hasta Diaz Velez, cruzamos a Corrientes y seguimos hasta el
final de la masa. Cuando León bajó me dio un beso, y antes de irse, otro mas.
Luego los Ferraras volvieron a Paso del Rey esperando subirse al ultimo tren de
la noche .
La chica perdida en los caminos del Rey del refrigerador
Paso
del Rey.
El día anterior de MC, sábado 5, llegaba a Paso del Rey con
la maquina de escribir que mi marido Lucas me había regalado; luego de un
autostop brindado por un policía de antinarcóticos bajé en el partido de Moreno
a unos 4 kilómetros de la estación de Tren. Como venía en viaje junto a Hoy (el
delironauta que me acompaña en las fotos siguientes) tenía que arrimarme al expreso pues
nadie mas nos llevaría en cuanto a los servicios públicos. Nos acercamos a una
traffic aparcada para preguntarle al conductor a cuanto tiempo de caminata nos
quedaba la estación ferroviaria: - un buen rato- me dijo, mientras su perra
Tita se saludaba con Hoy. Le agradecí y seguimos caminando; 50 metros luego, la
bocina de la traffic blanca sonaba haciéndonos señas de subir por detrás. Allí
conocí un poco mas a Antonio y su mujer, Silvia, quienes junto a Tita volvían a
su casa luego de la compra sabatina.
-Sino tenés problemas podés sentarte en la silla de ruedas-
me dijo Antonio, mostrándome el único asiento existente fuera de las dos
butacas delanteras que ellos ocupaban. Los años junto a mi abuela y su negativa
a la caminata post operación de cadera no me lo hicieron muy difícil. Mientas
Antonio me daba uno de los panfletos que tengo en mi mano (Tony Service:
arreglamos heladeras familiares, comerciales, cámaras frigoríficas, secarropas,
aires acondicionados, Split ventanas familiares y centrales) noté el autoadhesivo en su
ventana: una silla de ruedas indicativa de un conductor con cierta discapacidad.
Antonio, el que hace todos esos arreglos, carece de piernas desde los
cuádriceps hacia abajo, su volante en la traffic es un manubrio de moto por el
adaptado, sus huevos no vienen de ninguna fábrica sino de su determinación por
la vida, sus sorpresas y vaivenes, esa lógica que se vuelve clara ante el punto
límite. Antes estos hombres, todo el balance que uno haga sobre su propia vida
siempre da superávit. Que diría Antonio si pudiese pedalear 50 kilómetros cada
primer domingo del mes?, estoy seguro que pediría mas rutas!
Mientras Hoy y Tita jugaban en la camioneta, fuimos llegando
a la estación del Tren, con el tiempo justo para despedirnos, corrimos hasta el
expreso que iba a Buenos Aires, y de tan apurado, dejé la querida portátil
recién obsequiada en la camioneta de Antonio.
3 días después y luego de otros caminos por Moreno, escribo
esta crónica de audaces, en donde León y Antonio, desde edades diferentes
compartieron con este Delironauta el bello obsequio del desafío: Gracias
Antonio por su activismo de piernas con alma, del hacer constantes, ese no te
quedés que nos taladra a los que pasamos por la mala racha y nos obliga a
mantenernos en pie, pues quien sabe?, la buena vendrá en algún momento y subirse
es un deber hermoso al cual los buenos augurios nos levantan en andas.
Pura Vida León! Pues sin dudarlo subiste al Oniriciclo,
sediento de un andar desconocido y recordándome que ser niño es bailar sobre el
propio corazón, sin escalas cognitivas ni prejuicios adultos de ocasión.
Carlitos es llevado por su esclava bretona
Pd: Por último debo sumar a Carlitos, ese enfant-terrible, hermano de Wilson, que despuntó el vicio y se sumó a su primer masa crítica. Allí nos amenazó con su regalo de las fiestas, el ladrillo vengador!. En breve, Carlitos empieza su gira por la costa!
Carlitos es llevado por su esclava bretona
Pd: Por último debo sumar a Carlitos, ese enfant-terrible, hermano de Wilson, que despuntó el vicio y se sumó a su primer masa crítica. Allí nos amenazó con su regalo de las fiestas, el ladrillo vengador!. En breve, Carlitos empieza su gira por la costa!
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