Días pasados un auto nos fotografió al pasar, unas cuadras más adelante por la misma calle lo alcanzamos, sólo se me ocurrió agregar: "No hay que fotografiarlo, hay que vivirlo", como si andar en una tall bike fuese el suceso más trascendental del continente. Así lo siento y lo vivo.
Cuando se busca la disociación de lo general y se intenta abandonar el rebaño se termina por encontrar formas que en su principio inéditas, luego serán populares, entonces en muchas de las veces se abandonarán en busca de otra novedad tan deseada. En definitiva, todo termina por volverse una publicidad de lo auténtico que no brinda más que espontáneos sentimientos de ingenio,y luego, muere.
Muchas veces me han dicho: "patenta la idea", "te van a robar el ingenio". ¡cómo si fuera mío!; muchas veces he hablado con gente que me dijo querer armarse un Oniriciclo y mi diatriba es feliz: armase uno, claro que sí!, ya quisiera ver las calles llenas de mujeres y hombres en las alturas donde se vislumbra el tránsito de las ciudades como un flujo ininterrumpible y en los caminos de los campos como altos trigales en el pecho.


Y sí, es cierto que aquí afuera hay un mundo duro y seres que se obstinan en empañarlo, pero eso no nos quitará nunca el desafío de innovar y crear; y entonces al final ese libro de auto ayuda que no necesitamos o el programa de tv que creemos nos enreda y apaña con la vida, dejan de ser importantes e incluso desaparecen como si fuésemos desmemoriados por naturaleza.
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