Nos cuenta un escritor:
"Al dejar vagar la mente en libertad, de repente fue a posarse en una imagen querida. La bici! Que maravilloso fuese recuperar mi vieja bicicleta! Unos 2 años atrás se la había vendido a mi primo, que vivía cerca. Tal vez volviese a vendérmela. Era un modelo especial que había conseguido de un ciclista alemán al final de una carrera de 6 días. Fabricada en Chemnitz, Bohemia. Ah, pero hacía mucho que no daba una vuelta hasta Coney Island. Los días de otoño! Pintiparados para montar en bicicleta. Recé porque el tonto de mi primo no hubiese cambiado el sillín; era de la marca Brooks y estaba suavizado por el uso. (Y las correas que ajustaban en torno a los pedales, esperaba que no las hubiese tirado). Al recordar el contacto del pie al deslizarse en el pedal, volví a experimentar las sensaciones más deliciosas. Volvía a correr por el sendero de grava bajo la arcada de los árboles que va de Prospect Park a Coney Island con mi ritmo y el de la bicicleta unificados, la mente completamente en blanco y solo la sensación de precipitarme a través del espacio, rápida o lentamente, según los dictados de mi cronómetro interior. El paisaje a ambos lados va cayendo como las hojas de un calendario. Sin ideas, sin sensaciones siquiera. Simplemente el movimiento perpetuo hacia delante dentro del espacio, unido a la maquina...Sí, volvería a montar en bicicleta cada mañana simplemente para enardecer la sangre"
Henry Miller
Octubre 2008. Masa Critica Buenos Aires numero 1
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