Este muchacho naranja que circula por las calles porteñas me ha confesado algo: los flashes son muy lindos, que lo saluden es bonito, todo muy bien. Ha posado infinidad de veces para la foto del bolsillo del caballero o la cartera de la dama. Y no solo para fotos, sino tambièn para videos se prestò nuestro grato compañero. Extranjeros, pero sobre todo argentinos, fueron quienes pararon o pidieron al Delironauta de turno, un instante para la inmortalidad.
Hasta ahì, todo muy lindo.
Pero aùn cuando todos llevaron la direcciòn de este blog en sus instàntaneas, casi ninguno ha reenviado los archivos que las portan.
Tal vez la cultura local, o mundial, o estos tiempos, quizàs la inmediatez de la actualidad, la velocidad de la ciudad, ¡quièn sabe!, han conspirado para que ello ocurriera.
Este Delironauta que hoy escribe, cree que tras el uso infinito de fotos digitales (prueba-error-prueba-error) se ha trastocado un tanto lo que el arte fotogràfico busca.
Como nos gustarìa a los Delironautas que por cada 10 aficionados que accionan el percutor de una càmara a nuestro paso, pensaran por un segundo en tener un Oniriciclo, en ser ellos los fotografiados, en ser ellos los que reciban el viento en la cara a una altura en que la brisa de esta primavera se hace màs y màs placentera.
Tal vez, como escribiò Alejandro Dolina en "El libro del fantasma", sea necesario reflotar ese capìtulo llamado: "Agencia para tener aventuras", pues pareciese que tener una aventura es mirar de reojo, oìr a medias, repetirse...
Nuestra idea no es excluyente, y la participaciòn es colectiva cuando ustedes nos envìan esas fotografìas.
Se busca el reenvìo de màs fotos-Sonrisas para el Oniriciclo